La paz y la tranquilidad que
te aborda cuando paseas por campos en los que se siembra, que son las oficinas
de trabajo de muchos agricultores, no se encuentra en la ciudad. Aquellos que
ocupan su vida en la tierra tienen la ventaja de estar aislados de la
muchedumbre que te empuja por las calles, que te infunde prisas y estrés. Estos
cosmopolitas usan su período de vacaciones para descansar en estos páramos alejados
de su vorágine rutinaria.
La almazara de Casas de
Hualdo responde a este paisaje. Un paseo una mañana soleada acompañó entre los
olivares cuyas aceitunas aún están floreciendo recuerda al capitalino que los
productos que consume se crean en lugares no muy lejanos de su rascacielos. En
el Carpio del Tajo, Toledo, 630 hectáreas de plantación se erigen para crear
excelentes aceites. Todos los árboles se encuentran alrededor de la almazara,
para así crear sus productos con el menor tiempo posible desde la recogida.
Aunque la factoría se
estableció en ese lugar en el año 2009, la historia de Casas de Hualdo es mucho
más larga. En 1986 Francisco Riberas adquirió la finca de La Ventilla con la
intención de crear una gran empresa. Al principio cultivaba en el poco espacio
que tenía, pero luego fue comprando los terrenos colindantes, hasta llegar diez
años después a plantar 300.000 olivos. Riberas no llegó a conocer el resultado
final, las más de 600 hectáreas que reproducen su sueño de llevar a la gente un
artículo de calidad que represente sus valores y que recuerde el legado de su
familia.
Hoy en día, la marca posee
cuatro monovarietales: arbequina, manzanilla, cornicabra y picual. Además, se
atreven con dos coupages: Reserva de Familia, de las cuatro variedades; y
Partida Real, de arbequina y picual. Este último coge su nombre y su etiqueta
de dos águilas reales – macho y hembra – que viven en los terrenos y que tienen
influencia sobre el olivar en el que desarrollan sus actividades. Además, siembran frutos secos, como los
pistachos.
En el proceso de recogida,
la manzanilla y la arbequina son las más tempranas, por lo que trabajan primero
con ellas. Al tratarse de un lugar con climas muy fríos en invierno, no dejan
que los frutos cojan más aceite recolectando más tarde, pues el interior se
congela y se pierden las propiedades.
Las salas de producción son
modestas pero suficientes, bien adecuadas a las necesidades de la materia
prima. Las batidoras industriales juntan las gotas de aceite mientras deshecha
la parte sólida, que se va junto con el agua. Durante todo este proceso, la luz
solar y el aire se quedan fuera, ya que estos factores acelerarían la degradación. Su
máxima es mantener el tratamiento lo más natural posible, por esta razón no le
añaden ningún ingrediente. En el año 2013 obtuvieron 5 millones de kilogramos
de aceitunas, un resultado importante teniendo en cuenta que no tienen una gran
infraestructura.
Trabajan con el hueso, pero
están experimentando sin él. Aprovechan todo lo que les da el fruto, con estos
huesos generan combustible para la maquinaria.
Los
litros de aceite generado los mantienen en depósitos de metal. No los llenan
hasta arriba, pero para que el líquido no toque con el oxígeno introducen en
las cámaras un gas inerte, evitando así la oxidación. Cuando el cliente les
hace el pedido, embotellan lo necesario, así se mantiene siempre fresco y en
las mejores condiciones.
A la hora de catar los productos, se puede percibir que no están pensados solo para público exigente ni experto, sino que cualquiera puede disfrutar de su sabor. Su arbequina es perfumado, con un poco de picante pero muy suave. El
picual muy virtuoso y ya con más picor, con aromas a tomatera fresca. El
cornicabra siempre tan especial, tiene un carácter fuerte, muy amargo y picante.
Por último, el manzanilla equilibrado, fino y suave, el más afrutado. Los
coupages tienen una presencia innegable, con elegancia y gran sabor. Todos
exquisitos y con propiedades espectaculares, que le dan a la marca el prestigio
que merece.
Casas de Hualdo ha recibido
numerosos premios a lo largo de su historia, pero últimamente han recaído sobre
ellos varios años seguidos muchos galardones. Sus aceites tienen la suerte de
poseer diversos, como el último número de la guía Flos Olei, que le da la
máxima puntuación a su picual como el Mejor Aceite del Mundo en Relación
Calidad Precio. La almazara también ha ganado en las competiciones, entre ellas a
Mejor Paisaje Olivarero Moderno y Mejor Almazara de España, recibidos de
diferentes instituciones e incluso del Ministerio de Agricultura.